Nuestro casorio se acerca y las gentes están enteradas
Hay congoja, desasosiego y expectativa entre los allegados
Se nos ha preguntado si el rancho será de paja, bahareque o ladrillo
También por cuál será la extensión del matorral
A ver si nos cabrán diez vacas y tres perros
O apenas dos polluelos prisioneros en un corral.
También del menaje, por si acaso faltara algo
Si tenemos lecho para reposar e intimidar los dos en comodidad
Preocupación hay por el enfriador y que el fogón sí caliente las arepas
Por consiguiente, que haya bastantes cajones y recovecos
Para poner el quesito, la mantequilla y las galletas.
Incluso está el vecino que ya increpó por las crías
Que si es niño hay que comprarle ligero el balón y la cancha
Porque se lo sueña grande y victorioso en toda riña
Pero no sabe que en los corazones nuestros y la matriz tuya
Lo que soñamos tiene pelo mono y es una niña.
En estos versos que son desafinados y montunos te quiero hablar
Que ajeno a las angustias, por mil, de todos nuestros congéneres
No tengo lío al dormir en estera y no en alguna cuna de estilo singular
Pues por el amor profundo y puro no me hacen falta las vacas
Aunque sí los perros porque hacen parte nuestro trasegar.
En todo caso, que pervivamos por la serenidad y la libertad
Así tengamos que despojar de los aposentos al perro y las pulgas
Entonces de tu boca no podrán salir jamás palabras timoratas
Como aquello de dar papaya cuando no hay culpa
Además que nuestra cosecha, por el clima, sólo entregará naranjas y patatas.
Se nos ha preguntado por todo menos por lo fundamental
Los paisanos han sabido cuándo estar, pero no sé si sabrán cuándo no
Y mi alma que en ocasiones se enarbola y tiende a la desobediencia
Quiere jurarse a si misma que siempre te permitirá caminar
Porque ella misma está en ti pero no te amarra ni te hace esclava.
*Versos escritos para Valentina cien días antes de nuestro matrimonio.
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